La movida se inició con una lista virtual de personas que piden ser borradas de la lista de bautizados. La nómina será presentada a fines de marzo en el Arzobispado de Buenos Aires. Se trata de “un acto de repudio a la intromisión” religiosa en la vida ciudadana.
Por primera vez en el país, se está organizando una renuncia colectiva a la religión católica como “acto simbólico de repudio a las políticas de intromisión de la jerarquía eclesiástica en la vida pública y privada de la ciudadanía”. La movida nació hace unos meses en una lista virtual feminista, RIMA, y fue sumando adeptos entre artistas, ateos militantes, activistas de movimientos de la diversidad sexual y personas que no pertenecen a ninguna organización. El ejercicio de la apostasía –o desafiliación del catolicismo– viene creciendo con fuerza en España, donde ya se hicieron varias entregas masivas de solicitudes. En la Argentina es un procedimiento poco conocido. El artista plástico León Ferrari fue el primero en adherir a la iniciativa. A fines de marzo se presentará el listado con los interesados en borrarse de los registros del Arzobispado de Buenos Aires.
La apostasía está definida en el canon 751 del Código de Derecho Canónico como “el rechazo total de la fe cristiana”, recibida por medio del bautismo. Como no existe ningún procedimiento legítimamente establecido para abjurar de la fe cristiana o cualquier otra fe y retirar el apoyo implícito a esa institución religiosa, se adoptó ese término clerical. Algunos prefieren hablar de “desbautizarse” y lo comparan con la desafiliación de un partido político. Incluso, hay quienes aclaran que no significa dejar de ser creyente, sino renunciar al catolicismo en términos institucionales.
Para la Iglesia, el ingreso al catolicismo se produce con el bautismo. La costumbre marca que la práctica de ese ritual la deciden los padres. La mayoría de los bautizados son bebés con pocos meses de vida, una edad en la que no tienen voz –ni discernimiento– para expresar si dan su consentimiento a la afiliación a esa u otra religión.
“Las personas que deseen participar de la apostasía colectiva deben completar el formulario que se encuentra en la página web www.apostasiacolectiva.org. Con los datos allí consignados, vamos a hacer una carta exigiéndole a la Iglesia Católica Argentina que rectifique y elimine inmediatamente nuestros datos de todos sus registros”, explicó a Página/12 Paula Torriccela, feminista, una de las organizadoras de la campaña. Esa será la parte simbólica. Después, para que efectivamente se concrete la “desafiliación”, cada persona debe presentar en la iglesia en la que fue bautizada –en cuyos registros quedó inscripto– otra carta formal, que también figura en el mismo sitio para que pueda imprimirse y cada uno la complete con sus datos personales.
“El trámite de apostasía se funda en la ley 25.326 de Habeas Data”, agregó Andrés Miñones, de Argatea, una agrupación de ateos que adhiere al convite. Miñones ya apostató. Lo hizo –contó– luego de que este diario publicara en noviembre de 2007 una investigación sobre el tema, que daba cuenta de la historia de Cristina Ferreyra, vecina porteña, pionera en el reclamo de la apostasía en el país y una de las fundadoras de Argatea. La llamada Ley de Protección de Datos Personales otorga a las personas el derecho de acceder, rectificar, suprimir o actualizar los datos que de ella existan en cualquier base de datos. En este caso concreto, la persona podrá requerir a la parroquia donde está registrado su bautismo que sus datos sean eliminados. Miñones contó que su acercamiento al ateísmo se dio a partir de que empezó a interesarse por la astronomía “y Dios no encajaba en ningún lado”. También aclaró que la acción colectiva es “una militancia contra la institución Iglesia Católica” y no contra la religión en sí misma.
“Esta es una primera convocatoria. Pero habrá más”, adelantó Ferreyra a este diario. “Debería ser el puntapié inicial para que haya en el país una reforma constitucional que quite la obligación que tiene el Estado de sostener el culto católico como establece la Carta Magna”, se ilusiona. “La Iglesia Católica no puede entrometerse en la educación y la salud pública de los argentinos. Lamentablemente, se legisla teniendo en cuenta la tradición católica y no la razón o la voluntad del pueblo”, agregó.
La iniciativa surgió en la Red Informativa de Mujeres de Argentina (RIMA), una lista virtual moderada desde Rosario, que enlaza a intelectuales, periodistas, investigadoras, activistas, legisladoras y profesionales de todo el país, cuando el presidente Tabaré Vázquez anunció el veto a la ley que despenalizaba el aborto en ese país, aprobada por el Congreso.
Entre las organizaciones que ya adhirieron a la apostasía colectiva figuran Vox Asociación Civil, una ONG que trabaja en la provincia de Santa Fe por los derechos civiles y sociales del colectivo de gays, lesbianas, bisexuales, travestis y transexuales; el grupo ecuménico cristiano Misión Sacerdotal Tercermundista, el Movimiento de Mujeres de Córdoba, el Colectivo de Lesbianas Feministas Josefa Camejo, el Area Jóvenes de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), la Asociación Humanista-Etica Argentina Deodoro Roca y Argatea. Además, se están sumando mujeres y varones en forma individual.
Para la Iglesia Católica la apostasía es uno de los tres pecados más graves, junto con el cisma y la herejía. En la Edad Media se castigaba con la muerte en la hoguera. Los tiempos han cambiado: ahora, se enarbola como un derecho.
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