Debió dejar su país por la presión social contra ella a causa de su orientación sexual.
El 15 de enero de 2009 está marcado en rojo en la agenda de Carla, una lesbiana paraguaya de 24 años que llegó a España hace año y medio. Ese día sabrá si las autoridades españolas aceptan su solicitud de asilo por condición sexual. Su homosexualidad truncó su ilusión de ser futbolista profesional en la liga de Paraguay, donde apenas jugó unos partidos. Al final, incluso tuvo que abandonar su país.
"Los dos últimos años en Paraguay fueron los peores. Allí todo el mundo se conoce y me tiraban cosas por la calle", recuerda. Antes, sus años en el colegio habían sido "una auténtica odisea". Al llegar a clase, encontraba insultos pintados en la pizarra y cuando hizo pública su condición sexual a los 16 años, la expulsaron del equipo de fútbol de la escuela por ser una "persona inmoral".
Los últimos cuatro meses los pasó sin ir al colegio y su carrera futbolística se vio truncada "porque no podía aguantar la presión". Consiguió una beca para estudiar en La Habana y se marchó a Cuba, donde vivió durante cinco años.
Las noticias de televisión e Internet le descubrieron las reformas legales que se estaban produciendo en España y aprovechó una visita de 15 días a Madrid para quedarse en el país. "Veía a escondidas los desfiles del día del Orgullo Gay y me moría de ganas por estar ahí", recuerda.
Al llegar a España, un abogado le explicó los pros y contras de solicitar el asilo, pero no lo dudó. "No podré volver a Paraguay, pero aquí tengo los mismos derechos que cualquier otra persona", concluye Carla
AgMagazine
El 15 de enero de 2009 está marcado en rojo en la agenda de Carla, una lesbiana paraguaya de 24 años que llegó a España hace año y medio. Ese día sabrá si las autoridades españolas aceptan su solicitud de asilo por condición sexual. Su homosexualidad truncó su ilusión de ser futbolista profesional en la liga de Paraguay, donde apenas jugó unos partidos. Al final, incluso tuvo que abandonar su país.
"Los dos últimos años en Paraguay fueron los peores. Allí todo el mundo se conoce y me tiraban cosas por la calle", recuerda. Antes, sus años en el colegio habían sido "una auténtica odisea". Al llegar a clase, encontraba insultos pintados en la pizarra y cuando hizo pública su condición sexual a los 16 años, la expulsaron del equipo de fútbol de la escuela por ser una "persona inmoral".
Los últimos cuatro meses los pasó sin ir al colegio y su carrera futbolística se vio truncada "porque no podía aguantar la presión". Consiguió una beca para estudiar en La Habana y se marchó a Cuba, donde vivió durante cinco años.
Las noticias de televisión e Internet le descubrieron las reformas legales que se estaban produciendo en España y aprovechó una visita de 15 días a Madrid para quedarse en el país. "Veía a escondidas los desfiles del día del Orgullo Gay y me moría de ganas por estar ahí", recuerda.
Al llegar a España, un abogado le explicó los pros y contras de solicitar el asilo, pero no lo dudó. "No podré volver a Paraguay, pero aquí tengo los mismos derechos que cualquier otra persona", concluye Carla
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