Miembros de las jerarquías católica y ortodoxa han celebrado un encuentro ecuménico en Trento (Italia) cuyo objetivo ha sido coordinar sus posiciones en asuntos sociales y morales. Parece, sin embargo, que su obsesión contra los homosexuales ha ocupado buena parte de su tiempo.
Ambas iglesias han concluido que “el entorno más deseable para el desarrollo armonioso del niño es la familia compuesta por un padre, una madre y unos hermanos”.
Los obispos católicos han incidido en que “hombre y mujer deben aprender a ver en el lenguaje de su cuerpo una vocación de mútuo amor responsable”. “Otras expresiones sexuales como la fornicación, los actos homosexuales o las relaciones fuera del matrimonio son contrarios a esta vocación de amor”.
Los ortodoxos, algo menos duchos en marketing retórico, insisten simplemente en denunciar las relaciones homosexuales como una “distorsión de la naturaleza humana tal y como fue creada por Dios”. También rechazan “todas las formas de fornicación, adulterio e infidelidad, así como la prostitución y la promiscuidad”. Eso sí, reconocen la necesidad de “asistir pastoralmente a las personas con inclinaciones desordenadas”.
Católicos y ortodoxos unen sus fuerzas para hacer frente a “una cierta ideología que emergió con la revolución sexual en el último siglo” y promover en Europa “la institución familiar basada en el matrimonio de un hombre y una mujer”. Al mismo tiempo, ambas iglesias hacen un llamamiento a los líderes políticos para que secunden sus posiciones.
DosManzanas
Ambas iglesias han concluido que “el entorno más deseable para el desarrollo armonioso del niño es la familia compuesta por un padre, una madre y unos hermanos”.
Los obispos católicos han incidido en que “hombre y mujer deben aprender a ver en el lenguaje de su cuerpo una vocación de mútuo amor responsable”. “Otras expresiones sexuales como la fornicación, los actos homosexuales o las relaciones fuera del matrimonio son contrarios a esta vocación de amor”.
Los ortodoxos, algo menos duchos en marketing retórico, insisten simplemente en denunciar las relaciones homosexuales como una “distorsión de la naturaleza humana tal y como fue creada por Dios”. También rechazan “todas las formas de fornicación, adulterio e infidelidad, así como la prostitución y la promiscuidad”. Eso sí, reconocen la necesidad de “asistir pastoralmente a las personas con inclinaciones desordenadas”.
Católicos y ortodoxos unen sus fuerzas para hacer frente a “una cierta ideología que emergió con la revolución sexual en el último siglo” y promover en Europa “la institución familiar basada en el matrimonio de un hombre y una mujer”. Al mismo tiempo, ambas iglesias hacen un llamamiento a los líderes políticos para que secunden sus posiciones.
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