La ley que permite que hoy se celebre la primera boda gay en California ha dado mucho que hablar, pero había un detalle que apenas se había comentado y que ahora tiene una especial relevancia económica: en California también se podrán casar estadounidenses residentes fuera de California.

Inmediatamente ha salido un estudio de la Universidad de California en Los Ángeles en el que se calcula que en los próximos 3 años acudirán a California más de 67.000 parejas de otros estados para contraer matrimonio, cada una de las cuales traerá sus invitados, se alojarán en hoteles, comprarán recuerdos y harán una serie de gastos que en total se estiman en 638,3 millones de dólares y la creación de 2.100 empleos, beneficiando especialmente a las compañías de transporte aéreo y los hoteles.

La cifra puede ser aún mayor, teniendo en cuenta que ya hay hoteles con casi todas las habitaciones reservadas, ofreciendo a sus clientes homosexuales "ofertas" de 599 dólares más impuestos por dos noches de suite.

Sin embargo, el hecho de que Estados Unidos sea un país federal, implica determinados inconvenientes. Por ejemplo, ciudadanos de Delaware y Wisconsin se podrían enfrentar a multas de hasta 10.000 euros y 9 meses de cárcel si se casan en California, ya que sancionan a los ciudadanos que van a un estado distinto para contraer matrimonio no legal en el estado de origen. Por otra parte, dado que la inmigración es materia del gobierno, un estadounidense puede casarse con un extranjero, y aunque el matrimonio sería legal en California, no es legal a nivel nacional y por tanto el extranjero no podría adquirir la residencia legal. De igual manera y por la misma razón, los matrimonios homosexuales contraidos en California no tendrían las mismas ventajas sociales y fiscales que los matrimonios heterosexuales.